septiembre 28, 2020 - by IDI Cuarta Revolución Industrial

El Heraldo de México

En estos días de encierro hemos valorado la tecnología digital que nos ha permitido sobrevivir. Millones de nosotros nos sabíamos, por ejemplo, de la existencia de Zoom y ahora hemos incluso tenido fiestas y bebido con amigos gracias a esa plataforma. Hablamos y nos vemos guardando sana distancia gracias al ecosistema digital en el que vivíamos aun sin darnos cuenta sumergidos desde hace años.

Según Kevin Kelly, no vivimos en una distopía, ni tampoco en una utopía, sino en un estado digital que se podría llamar protopía, en la que todo es proceso, todo está siendo, nada es estable. En 1994 Time predijo que el Internet sería un fracaso, un invento de nerds y un año después Newsweek opino de forma similar, burlándose de la idea de que sería factible una red de redes con contenidos múltiples. Se pensaba entonces en cinco mil canales.

Hoy hay 500 millones de canales, producidos por los propios consumidores. La audiencia es la productora, algo que ni los grandes gurús del hipertexto pudieron predecir. Hoy hay 10, 000 páginas de internet por cada habitante del planeta. Vivimos, pues, en un ecosistema digital y las fuerzas que lo mueven son más poderosas que muchas dinámicas sociales. Nos determinan. De alguna manera todos somos ciborgs. En su libro Lo inevitable, Kelly se propuso entender las doce fuerzas tecnológicas que le darían forma a nuestro futuro en los próximos treinta años. Ya, de hecho, lo están haciendo.

El verdadero futuro, nos dice, ocurrirá cuando podamos ver dentro de cada una de esas páginas. Hoy en día el Internet es muy malo para pensar el pasado, porque nos da solo instantáneas de lo ocurrido en una página, en un momento dado. Podemos saber sobre los métodos de comercio de los sumerios, pero está detenido ese conocimiento en lo que hayamos investigado en la página en cuestión.

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